Teologia de la perfección

El fin de la vida cristiana.
·         La consideración del fin es lo primero que se impone. Es preciso que ante todo sepamos adónde vamos
·         A la vida cristiana se le pueden señalar dos fines.
o   Un fin último o absoluto.
o   Un fin relativo.
1.       Fin último o absoluto del hombre.
a.       DAR GLORIA A DIOS.
                                                              i.      Definición clásica de GLORIA: Clara notitia cum laude.
                                                            ii.      Podemos distinguir en Dios una doble gloria:
1.       La intrínseca: brota de su propia vida íntima.
a.       La que Él se procura a su mismo en el seno de la Trinidad Beatísima.
2.       La extrínseca: procedente de las criaturas.
a.       Dios es infinitamente feliz en si mismo, y nada absolutamente necesita de las criaturas, que no pueden aumentarle su dicha íntima. Pero Dios es Amor, y el amor, de suyo, es comunicativo. Dios es el Bien infinito, y el bien tiende de suyo a expansionarse: bonum est diffusivum sui, dicen los filósofos.
b.      “Soy yo, Yavé es mi nombre, que no doy mi gloria a ningún otro, ni a los ídolos el honor que me es debido”  (Is. 42, 8) “Es por mi, por amor de mi lo hago, porque no quiero que mi nombre sea escarnecido, y mi gloria a nadie se la doy” (Is. 48, 11) “Óyeme, Jacob, y tu, Israel, que yo te llamo; soy o, yo, el primero y aún también el postrero” (Is. 48, 12) “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios; el que es, el que era, el que viene, el Todopoderoso” (Apoc. 1, 8)
2.       Fin relativo.
a.       NUESTRA PROPIA SANTIFICACIÓN.
                                                              i.      El bautismo, puerta de entrada en la vida cristiana, siembra en nuestras almas una <<semilla de Dios>>: es la gracia santificante. Ese germen divino está llamado a desarrollarse plenamente, y esa plenitud de desarrollo es, cabalmente, la santidad.
                                                            ii.      Cada uno esta llamado a un grada de santidad según su predestinación en Cristo.
                                                          iii.      La santidad consiste en nuestra plena configuración con Cristo, en la unión con Dios por el amor y en la perfecta conformidad con la voluntad de Dios.

La configuración con Jesucristo.
·         La configuración con Cristo es la finalidad misma de nuestra vida cristiana en orden a nuestra santificación e incluso mirando a la glorificación de Dios, finalidad última y absoluta de la Creación. En el plan actual de la divina Providencia, no podemos santificarnos ni glorificar a Dios sino por Jesucristo y en Él.
EL MISTERIO DE CRISTO.
1.       Jesucristo, Camino
a.       Según el plan divino de nuestra predestinación, la santidad a la cual nos llama Dios por la gracia y la adopción sobrenatural consiste en una participación de la vida divina traída al mundo por Jesucristo.
                                                               i.      <<Por cuanto en Él nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e inmaculados ante Él y nos predestino en caridad a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, por la cual nos hizo agradables a sus ojos en su Hijo muy amado>> (Eph. 1,4-6)
b.      Toda la preocupación del cristiano ha de consistir en vivir la vida de Cristo, en incorporarse a Él, en dejar circular por sus venas, sin la menor resistencia, la savia vivificadora de Cristo. Porque Él es la vid y nosotros los sarmientos; y la vida del sarmiento depende de la unión con la vid, que le envía la savia vivificante. Separado de ella, se seca y es arrojado al fuego.
c.       Cristo es el único Camino para ir al Padre, la única forma posible de santidad en el plan actual de la divina Providencia. Sólo por Él y en Él podremos alcanzar la meta y el ideal intentado por Dios en la creación, redención y santificaciónd el género humano.
                                                               i.      La Iglesia nos lo recuerda todos los días en uno de los momentos más augustos del sacrificio del altar: <<Per ipsum, et cum ipso, et in ipso est tibi Deo Patri Omnipotenti in unitate Spiritus Sancti omnis honor et gloria>>
2.       Jesucristo, Verdad
a.       En su Persona
b.      En sus obras
c.       En su doctrina
3.       Jesucristo, Vida
a.       Jesucristo, causa meritoria de la gracia.
b.      Jesucristo, causa eficiente de nuestra vida sobrenatural
c.       Influjo vital de Cristo en los miembros de su Cuerpo místico.

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